Seminario con Eduardo Madirolas

Seminario: Magia sefirótica

¡De nuevo tenemos un Seminario con Eduardo Madirolas los días13 y 14 de mayo. Si te interesa asistir puedes reservar ya tu plaza!

Cita de mi libro “El camino del Árbol de la Vida”, para ilustrar algunos de sus principios:

Vivido cabalísticamente, todo acto o fenómeno del mundo externo presenta una confluencia de niveles simultáneamente presentes, que no son otros que los propios del Árbol de la Vida. No hay actividad mundana que no involucre o “tenga efecto” en los mundos espirituales y viceversa. Lo mismo cabe decir, por supuesto, del pensamiento o la palabra, pero la acción es más poderosa. Sólo con ella lo espiritual alcanza una actualización completa.

Téngase en cuenta que toda esencia o sustancia espiritual necesita revestirse de alguna forma corpórea si quiere manifestarse en Maljút. En general somos nosotros, sobre todo a través de nuestras acciones, los que proporcionamos esa forma. Porque el ser humano reúne en sí todos los elementos e ingredientes de la Creación, desde su raíz vacía en el seno de lo Inmanifestado hasta su manifestación corpórea en el mundo del espacio – tiempo. Tiene entonces la potencialidad, y la obligación moral, si quiere cumplir con su destino cósmico, de actualizar todos los niveles para que se produzca una canalización completa.

Y, como hemos visto en numerosas ocasiones, es la Conciencia – el Pilar del Medio – el elemento conectivo y conductor, el que tiende los cables y abre los interruptores. La voluntad es el operador – cuanto más alta su fuente, mayor su potencia – siendo el nexo, de nuevo, la kavaná, la atención consciente. La realidad es, tengámoslo presente, esencialmente Daát, Conocimiento, es decir, conciencia estructurada. Y el lenguaje que habla es el de los símbolos, que conectan con los arquetipos energéticos.

Una acción simbólica realizada con intención consciente es lo que se llama un ritual, sea éste mágico, litúrgico o simplemente de la vida cotidiana.

En todo ritual hay una voluntad dirigida hacia una intención alrededor de la cual se construye una forma simbólica. Esta forma se actualiza mediante actos, que pueden implicar movimientos, objetos o sustancias, y que actúan como vasija – receptáculo y canal de la fuerza – para que la intención pueda concretarse en el cambio deseado. El cambio puede ser de cualquier tipo: externo o interno, relativo al sujeto que realiza la acción o aplicable a otras personas.

... Todo ritual – y todo acto de la vida cotidiana es ritualizable desde el momento en que se conecta simbólicamente con su arquetipo – puede construirse hacia los niveles superiores tanto como se quiera.

De hecho, la diferencia entre un ritual de la vida ordinaria y otro (o incluso el mismo) de alcance mágico o litúrgico estriba en el uso consciente del simbolismo, y aquí la palabra “consciente” incluye la carga de kavaná (intención dirigida) y el nivel al que es capaz de remontarse la persona por la escalera del pilar del medio.

Si el símbolo no se utiliza como una imagen viva capaz de unir entre sí los niveles, el acto apenas alcanza trascendencia. La conciencia personal es una parte de la cadena, pero el verdadero artífice, en el sentido de poner en juego el nivel causal, es la naturaleza superior – la Chispa Divina – y en última instancia la misma Deidad. Por eso, la vía práctica, sistematizada y ritualizada, es una técnica de unión con la voluntad espiritual, trabajando en el sentido de su paso de lo potencial a lo actual.... .

 

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